Más allá de las Grandes

Los Ascendidos, la Mano, los Arquitectos, los Monarcas, los Jammers, el Loto. Todos hemos oído hablar de ellos. Son las grandes facciones, las que pelean por controlar (o destruir, en el caso de los Jammers) el chi del mundo. Algunos conocen otras facciones menores como los Puristas, de intenciones desconocidas. Luego tenemos facciones menores con objetivos distintos a la dominación de la historia, como la Sociedad de la Liberación Inesperada.

Pero la Guerra Secreta es algo muy grande y muy antiguo, más de lo que las seis grandes se imaginan. Sus origenes se pierden en el "pasado", y nadie sabe si esta locura terminará algún día. Eso hace que hayan existido otras versiones de la historia, que prácticamente se podrían considerar otros mundos. Otros mundos conllevan otras facciones, otras maneras de ver el mundo, otros objetivos. Esas facciones son débiles sombras de lo que fueron, su poder está casi extinto, y han pasado de luchar por dominar el mundo a intentar sobrevivir. Las grandes facciones deberían tomar nota, pues son el testimonio de lo que les puede ocurrir si se descuidan, lo que seguramente acabarán siendo.

Dejemos ya esta especie de texto "trascendente", y vayamos al grano. Hoy he decidido hablaros de algunas de las facciones pequeñas que pululan por ahí. Es bueno saber con quién estás hablando, de dónde vienen, y lo más importante, de qué manera pueden arrancarte la piel a tiras. Hubo una vez un tipo que dijo que "Un poco de conocimiento es algo peligroso.", lo que demuestra que su inteligencia estaba al nivel de la levadura. O peor, al nivel del "Diez Cruces".

-"Los Hijos del Imperio": En un giro muy antiguo, existió una versión de Inglaterra que tuvo un imperio, perdón, Imperio de los gordos, gordos. Pero pasó lo que pasó, y ahora ese Imperio, (perdón, imperio) es agua pasada. Pero quedan algunos agentes que estuvieron en el Inframundo. Les reconoceréis por su aspecto británico estirado, vistiendo tweed, bastones, paraguas, y esas cosas. Tienen la suerte de que su versión del imperio era bastante cercana a la Inglaterra decimonónica, así que han logrado instalarse en el imperio británico del 1850. Como buenos patriotas, buscan que el imperio actual se convierta en el Imperio del que ellos procedían. Eso les hace buscar aliados, lo que hace que la opción más lógica sean los Ascendidos, aunque no rechazarían otros aliados que les acercasen más a sus objetivos. Su líder se llama Nigel Stillman. Le reconoceréis con su traje a medida hecho en Londres, su bombín, su bigote y su paraguas. No os confiéis, debajo de esas pintas de estirado se esconde un tipo astuto, y sabe manejar ese paraguas de manera letal.

El imperio británico del que proceden parecía tener una tecnología que, si bien victoriana, estaba mucho más avanzada de lo que está el 1850 que todos conocemos. De hecho, sospecho que los Hijos del Imperio tienen algo que ver con el nacimiento de ese subgénero de la ciencia ficción llamado "Steampunk". Yo he visto algunos de los artefactos que quedan de ese imperio, concretamente un reloj capaz de medir distancias y dar tu posición en el globo, y un androide a vapor (sí, a vapor, como las viejas locomotoras), que por lo que vi cumplía funciones de mayordomo.

Un detalle más, parece ser que en su versión de la historia colonizaron un buen pedazo de China, lo que hizo que "importasen" las artes marciales y las adoptasen. De hecho, fueron asimiladas y se enseñaba una versión más "apropiada" a los militares, hasta fue una actividad de moda entre los gentlemen de Londres. Es esa última variante de las artes marciales la que conocen los actuales "Hijos del Imperio". En lugar de las armas habituales, emplean los elementos que un caballero tiene más a mano. Su bastón, su paraguas (mucho cuidado con los que practican esta suerte de "esgrima"), incluso una especie de guantes blancos reforzados, y la cadena del reloj. Los movimientos están adaptados para poder luchar trajeado, y todos han sido estilizados para que el "luchador" no pierda su elegancia. Vistos desde fuera, estos artistas marciales parecen risibles al lado de las formas más serias de nuestros viejos conocidos, los monjes Shaolín. Pero no se confundan, son tan letales como los hombres de azafrán.

No son grandes jugadores en la Guerra Secreta, pero es útil tenerles en cuenta si estás en Inglaterra.

"Los Enemigos de la Realidad": En el caso de algunas facciones sólo quedan un puñado de agentes; a veces, como en el caso de Sereiel, sólo queda una persona. Para ellos es duro aceptarlo, pero la victoria, e incluso recuperar el poder que la facción tuvo una vez es ya algo imposible. Los Enemigos de la Realidad están formados por esos últimos restos de facciones. Y su filosofía es muy clara: Si no pueden recuperar sus mundos y no pueden ganar, entonces que no gane nadie.
No poseen un liderazgo claro, pero son conocidos en el Inframundo por la contundencia de sus acciones. Todos son guerreros secretos, y veteranos de varios giros críticos, lo que les convierte en una mezcla muy heterogénea. Hay artistas marciales de estilos muy extraños, genios de tecnologías desconocidas, y magos de todas clases. Una mezcla tan variada hace que sea difícil que se pongan de acuerdo en los fines de la organización, así que han tenido que recurrir al mínimo común denominador: El odio a las facciones que están en la cima.

Nadie sabe dónde se refugian, si es que tienen una base permanente. Sólo se les ve cuando se enteran de alguna operación de las grandes facciones. En ese caso, su "modus operandi" es tan claro que asusta: atacar y sabotear esos planes a cualquier precio. Como supondréis, eso hace que no tengan muchos aliados. Hay quien los asocia en ocasiones concretas con los Jammers, pero yo no haría mucho caso a esos rumores.

Como todos supondréis, si tienen un nombre de facción, tendrán algún rasgo en común. Pocos, pero lo tienen. Cuando actuan suelen llevar como distintivo un símbolo del Ying y el Yang roto. Algo de mal gusto, si me lo preguntáis.

En fin, existen más facciones menores, pero eso tendrá que esperar a otra entrada, ésta se está alargando más de la cuenta.

Tened cuidado ahí fuera.